Dejád que te cuente una pequeña divagación de encantos....

jueves, 14 de octubre de 2010

Un extraño encuentro con el destino...


Ahora me siento desconcertada, confundida, algo melancólica también, pero es la resultante de la ceguedad.

Ayer Conocí a un señor de la nada, el señor de la nada no tiene nombre, no se de donde vino ni para donde va, se me ha presentado muy amable en el mega-bus, yo le digo "caja de sardinas", me explico, es uno de esos medios de transporte donde te oprimen física, mental, visual, hasta el contacto es desastroso, pero bueno ese no es el punto... el punto es que la caja de sardinas iba relativamente solo, yo estaba sentada, estado que nunca logro allí, a mi lado la silla iba desocupada. Se me siento este señor tan característico, tan fiable, tan simpático, con edad de 76 años a hablarme de la vida, yo acepte, mantengo hablando de ella y con ella. En unos treinta minutos hemos tocado diversidad de tema, diversidad de complejidad, diversidad de locura frente a unos y diversidad de conocimientos para otros, mas bien pocos.

Esta charla ha sido tan amena que hemos acordado en encontrarnos de nuevo, en una biblioteca, a la que siempre acurro por un buen libro.

Seguiré hablando del señor "sin nombre"... Él es escritor, investigador, conferencista, y muchas otras cosas que no me acuerdo por mi poca capacidad de atención, es un mal habito para este mundo. Su físico es singular, a pesar de tener tanta edad parece un niño con la mentalidad más grande que he conocido, y así, así precisamente es su físico aventurero, atrayente y viajero, como lo son las olas del mar. Su palabra es tan meticulosa, que prefieres escuchar su silencio para penetrar con tus palabras. Sus manos son como las de ningún otro guerrero, su mirada como la de ningún otro soñador, su sonrisa como la de ningún otro ángel; y sencillamente su cuerpo, espíritu y alma como la de ningún otro ser que ha pisado esta tierra de especímenes "comprendidos".

Bueno su vida ha transcurrido en 76 años ¿Cómo no escucharle?

Hoy después de habernos encontrado nuevamente, su abrazo fue uno de los más grandes que jamás hayan podido darme, su presencia ha alegrado mi día y a la misma vez lo ha entristecido. Empezamos con una buena charla en aquel primer lugar que les dijes mientras daba introducción a esta pequeña nota, nos sentamos a percibir nuestras voces, aunque el haya hablado más que yo, pero de algo estoy segura es que tanto mis sentidos como todo de mi estaban conectados con él, él simplemente da una tranquilidad estremecedora.

¿Saben? Me sentí tan a gusto de que una persona de tanta edad hubiese querido compartir conmigo su tiempo, el tiempo es muy valioso, no se le da a cualquiera, por eso me molesta tanto esperar a alguien. Pero tal vez su mentalidad y la mía son compartibles por vidas pasadas.

Sus palabras fueron fluyendo sobre mí, como la noche en nosotros y después de haber tenido una grata charla salimos de ese lugar, ya iban a cerrar. Entonces sólo fuimos a otro lugar, esta vez una cafetería, nos tomamos un café y empezamos de nuevo con nuestra afable charla.

Ha dicho que me ama ¿Cómo puede ser esto? Pero si, lo hizo... ¡Yo, una persona tan abstracta escuchar esas palabras!, ya entenderán ustedes como me sentí, claramente extrañada; más sin embargo me ha explicado porque lo siente y creo que le he comprendido.

Es una de las personas más geniales que he conocido en la existencia de este cuerpo, el ser más interesante que ha tomado la delicadeza de acercase a mi, hablarle, y conversar conmigo. Hablar no es lo mismo que conversar.

He comprendido sinceramente que este ser no es de aquí, al igual que yo y que muchas otros seres que conozco.

Después de dos horas continuas sin parar de tocar una palabra, ha llegado el momento de marcharme a casa, voy triste y feliz por los temas puestos en mesa, por las memorias internas llevadas a lo exterior, por sus ideas y las mías, por la satisfacción y el regocijo de presenciarle y honrarle su valentía de compartir su vida, pero a pesar de todo esto me fui contenta con su gran despedida, de otro estupendo y tierno abrazo y de la sonrisa que volveré a ver hasta la próximo encuentro.

Escribo esto por el hecho de que no quiero olvidarlo, ni a él ni a sus palabras, aunque no las escriba, perduraran en mi memoria, hasta que retorne a mi mundo de nuevo.

He conocido en este cuerpo el ser más asombroso de los que he conocido hasta el día de hoy. Señor "sin nombre" no se si te ame como tu a mi, pero si te valoro como lo puedes ver.

No se si nos volveremos encontrar en cuerpo, pero se que estarás en mi sueños.

Con gran amor y aprecio, Alejandra Santa, Tu angel...

(Él es más genial que éste estúpido escrito).

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