Les contaré la triste historia de una pequeña, que en un mundo paradójico decidió por su propia cuenta cambiar. Cuando dejaba sus muñecas a un lado, por ponerse labial, solo hacía que su mundo se volviera más cruel en lo real.
Después de muchos meses, a su vida llego un gran galán, con un gran auto a toda velocidad, tomo por su cuenta aquella niña, que aún no había aprendido a decir mamá.
Mientras tanto, por otro lado, aquella niña jamás había mojado sus pantaletas, ya estas estaban untadas de una mancha rojo carmín, con dolor y sufrimiento gemía la infante en la vida, y su dueño apoderándose de ella y el mundo, se hacía sentir con un gran rugido.
La madre muy feliz siempre estaba, adornada de grandes perlas de pies a cabeza, consiguiendo todo a costa de una lágrima ya muerta.
Que ironía tú dichosa de la vida, y la otra en lagrimas todavía.
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