-Hola zapato.
-Hola niña.
-Debo decirte que eres muy grande para mí, y siento que me puedes hacer daño. –Dice la niña inocente-.
-Oh no claro que no, solo estoy aquí y allá, nada más. –Dice el zapato muy sospechoso-.
Sin pensarlo el zapato se dirigió lentamente pero muy potente hacia la niña, puso su suela encima de ella, la cubrió de tierra, chicles, polvo y más cosas, dejándola inmóvil contra el concreto, la niña indefensa no grito, no pudo hacer nada, ¡solo era una niña!... Quedo aporreada, devastada y desolada, sin dolor y melancolía, su corazón había parado de latir.
-La niña ha muerto.-Dice el tonto zapato- ¿Qué he hecho? –Se preocupa-.
Pero ha sido muy tarde para preguntarse y responderse, ya son las 12 de la noche, casi es mañana.
El zapato solo es zapato, solo pisa suelo, solo se arrastra, solo golpea, solo pisa muchas más cosas que solo suelo, hasta estiércol, el zapato, es un inútil zapato, solo es materia comprimida que se puede desechar.
¡Odio los zapatos idiotas!

No hay comentarios:
Publicar un comentario