Y si me vieras caminar, mirarías mis caderas moviéndose como un péndulo, largo, de un lado a otro, sin parpadear, sin tener un entretenimiento externo más que lo que ves en ellas, después de que has bebido la mitad de tu octava copa de tequila, vas detrás de mí, como un perro callejero, observándome mientras las pupilas de tus ojos se encuentran perdidas, aquí y allá, vienen y van.
Llevas caminando detrás de tu boba sencillez de idiota seis minutos de tu vida ¿tiempo perdido? No lo creo, soy demasiado para ti, antes deberías agradecer que me tienes en frente de tu mirar.
Sin darme cuenta he caído dentro de un hoyo en el concreto, con un gran grito me percibo a desafiar el descenso "¡Aaaaaaaaaaaaaaah!”, he caído en una tierra, una tierra que no permite movimiento, porque me sumerge, me succiona, así que he decidido no moverme, quedarme inmundamente quieta; tú claramente has perdido la vista en mí, me he perdido tan mágicamente como en el circo de $1000 pesos (una basura es lo que digo, prefiero la caja del mago Gustavo Lorgia), Sigues mirando, observando el firmamento, pero me pierdo como lo hace un niño en un centro comercial, no por cumpla de mis padres, sino por cumpla tuya, me pierdo por tu culpa. Te quedas perplejo de mi desaparición y caes al suelo pidiendo ayuda, pides a gritos que alguien te ayude a encontrarme ¡Ayúdenme! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor!... Te das por vencido y te vas, mientras yo sigo en aquel hueco que ha decidido no tener eco, porque los ecos son la repetición de un estruendo irrisorio, con muy poca energía y al final nadie comprende las palabras dichas desde el comienzo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario